Vamos en este artículo a relacionar algunos de los incidentes que se pueden producir durante la celebración eucarística, sin ánimo de agotar la casuística posible. En cualquier caso, cuando algo sale mal en el presbiterio hay una regla de oro: debe actuarse siempre con calma y sentido común, sin perturbar al pueblo innecesariamente.
En lo referente a los laicos, el incidente más repetido puede ser referido a las lecturas.
¿Qué hacer si, cuando el lector se acerca al ambón y bien o no está el Leccionario o han colocado un Leccionario equivocado?
Si no hay Leccionario puesto, el lector se dirigirá discretamente al acólito, si lo hay, o al presidente para que éste requiera al encargado de ponerlo o lo tomará, si conoce su ubicación y las lecturas que corresponden al día. Otro caso es que las lecturas que aparezcan en el leccionario abierto no sean las que correspondan. Si los Leccionarios están a la vista y conoce cual tiene que usar lo puede tomar y buscar las lecturas. Es útil tener siempre en el presbiterio los distintos tomos del Leccionario y el Directorio Litúrgico o Calendario litúrgico del ciclo en curso para buscar rápidamente las lecturas que corresponden al día.
Es bueno que los lectores repasen con discreción en el ambón las lecturas y comprueben que el libro está convenientemente preparado.
En lo referente al clero pueden darse varias situaciones.
¿Qué hacer si el sacerdote, después de la Consagración o incluso en el momento de la Comunión, descubre que en el cáliz hay solo agua y no vino?
Este incidente puede ocurrir si se emplea vino blanco o si en la vinajera del vino se ha puesto agua por equivocación. El sacerdote deberá vaciar el cáliz y volver a poner vino y agua repitiendo solamente las palabras que corresponden a la consagración del cáliz.
¿Qué hacer con los purificadores cuando están empapados con la Sangre de Cristo después de, por ejemplo, haber impartido la Comunión bajo las dos especies?
Esos purificadores se deben poner en remojo durante un tiempo y verter posteriormente el agua en el sacrarium, desagüe de una fuente o en un jardín. No es respetuoso verter esa agua en un lavabo común, que va a los desagües generales de la red de saneamiento. Después se pondrán los corporales a secar, hasta que se laven de la manera habitual. El mismo procedimiento se debe seguir si cae la Preciosa Sangre en un corporal o en un ornamento o ropa.
¿Qué hacer cuando se cae un cáliz en el altar o en otro lugar?
Si se derrama algo de la Sangre del Señor se debe lavar el sitio con agua y posteriormente echarse en el sacrarium. Se puede poner un purificador o paño grande donde ha caído la Sangre, para que vaya empapando. Luego, se retira con sumo respeto y se procede como en el punto anterior. Igual procedimiento se sigue si se ha derramado sobre el mantel del Altar.
¿Qué hacer si, durante la comunión, se acaban las sagradas formas y no quedan más en el Sagrario?
En ningún caso puede el sacerdote consagrar más formas. Puede partir las Hostias en pequeños fragmentos. Esta acción es más decorosa hacerla en el Altar, no mientras reparte la Comunión, y solo puede ser ayudado en esta tarea por otro sacerdote. Si las Sagradas Formas no pueden partirse más y quedan fieles sin recibir la Comunión el sacerdote podría ofrecerse a celebrar otra Misa para las personas que no han podido comulgar, si es posible. Es muy conveniente prever con cuidado y revisar el número de formas del Sagrario para evitar en lo posible esas situaciones.
¿Qué hacer si cae al suelo una Hostia?
Si se cae al suelo una Hostia el ministro celebrante (no el comulgante) deberá recogerla de inmediato. La puede depositar sobre el corporal y consumirla posteriormente. El lugar en que cayó la Hostia puede ser purificado posteriormente.
Nota: El sacrarium es un depósito con desagüe directo a la tierra, donde se echa el agua que se ha sobrado de una función sagrada, como el lavado de los objetos sagrados y suele estar en la sacristía. A veces también se le llama "piscina".
El lector interesado puede completar su información consultando el libro de Peter J. Elliot titulado “Guía práctica de Liturgia”.
Jesús Luengo Mena, Lector instituido.
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