Gestos y Símbolos de la Celebración Eucarística
EL BESO LITÚRGICO:
El beso es uno de los gestos más universalmente
utilizados en nuestra vida social. También en la liturgia, más veces de las que
a primera vista parece, besamos a las personas o a los objetos sagrados, aunque
la reforma litúrgica haya suprimido algunos besos redundantes.
En casi todos los sacramentos se besa a las
personas como signo de lo que quieren comunicar eficazmente. Respecto al beso
de objetos sagrados, son el altar y el libro de los Evangelios los que más
expresivamente reciben este símbolo de aprecio "según la costumbre
tradicional en la liturgia, la veneración del altar y del libro de los Evangelios
se expresa con el beso" (IGMR 273).
Al comienzo de la Eucaristía se usa el beso como
signo de veneración al altar. Es costumbre antiquísima en la liturgia
cristiana: al menos desde el siglo IV. Su sentido es expresar simbólicamente el
aprecio que se tiene a la "mesa del Señor", la mesa en la que va a
realizarse la Eucaristía y donde vamos a ser invitados a participar del Cuerpo
y Sangre del Señor. Es como un saludo simbólico, hecho de fe y de respeto, al
comenzar la celebración.
Con el correr de los siglos se habían añadido
demasiados besos al altar. Actualmente han quedado sólo dos:
- el del comienzo de la celebración, que es el más
antiguo, y que realizan no sólo el presidente, sino también el diácono y todos
los concelebrantes.
- y el de despedida, que da sólo el presidente y
el diácono, y no los concelebrantes.
También se besa el Evangeliario. El que proclama
la lectura del Evangelio, besa al final el libro. Al hacerlo el sacerdote dice
en voz baja: "Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados". Esta
frase expresa el deseo de que la Palabra evangélica ejerza su fuerza salvadora
perdonando nuestros pecados. Besar el Evangelio es un gesto de fe en la
presencia de Cristo que se nos comunica como la Palabra verdadera. Si preside
el obispo se le llevará para que también éste lo bese.
El beso al Evangeliario se inserta dentro de una
serie de acciones simbólicas en torno al Evangelio: escucharlo de pie,
reservarlo al ministro ordenado, hacer al principio la señal de la cruz,
incensarlo, etc.
El beso de paz antes de la comunión es uno de los
modos de realizar el gesto de la paz.
La paz de puede dar con una simple inclinación de
cabeza, o con un apretón de manos, pero sobre todo en grupos más reducidos, o
entre familiares, o en una comunidad religiosa, es más expresivo el beso. El
"ósculo de paz", como se llamaba en los primeros siglos, es algo más
que un saludo o un signo de amistad. Es un deseo de unidad, una oración, un
acto de fe en la presencia de Cristo y en la comunión que Él construye, un
compromiso de fraternidad antes de acudir a la Mesa del Señor.
El beso a la Cruz es también frecuente. El Viernes
Santo ha quedado un beso lleno de sentido: el que damos a la Cruz en el rito de
su adoración. También besa la Cruz el obispo, en la recepción en su Iglesia
Catedral o al comienzo de la visita pastoral en una parroquia. Lo mismo en el
rito de bendición de una nueva Cruz.
También son significativos otros besos, no
litúrgicos, pero igualmente llenos de fe, como puede ser el beso al Niño en las
celebraciones de la Navidad, o el beso al crucifijo o a las imágenes sagradas,
que muchos cristianos tenemos todavía la costumbre de dar.
Además de la Eucaristía, hay otras muchas
celebraciones en que el beso se vuelve "litúrgico" y quiere expresar
valores que contienen los diversos sacramentos. Sobre todo son significativos
aquellos besos que se presentan como una bienvenida o una acogida oficial
cuando una persona "entra en un estado" diferente dentro de su camino
de fe:
- así, en las ordenaciones, al nuevo diácono le
besan el obispo y los diáconos presentes; al nuevo presbítero, el obispo y los
presbíteros presentes; al nuevo obispo, el obispo consagrante y los demás
obispos presentes;
- lo mismo sucedía en los primeros siglos cuando
un neófito, un recién bautizado, era besado por los ya cristianos, según
describe Justino;
- en la Confirmación, el Ritual dice que el obispo
saluda y desea la paz al confirmado, pero invita a las Conferencias Episcopales
que piensen si es oportuno que le dé esa paz con algún gesto, podría ser el
beso;
- en la celebración del Matrimonio, como una especie
de ratificación del matrimonio, los mismos esposos "se dan la paz, según
se juzgue oportuno”. En muchos casos este modo oportuno y espontáneo suele ser
el besarse.
- la misma idea de acogida y bienvenida tiene el
que los religiosos que profesan sus votos perpetuos sean abrazados y besados
por los que ya los habían hecho con anterioridad;
Fuera de la liturgia, hemos besado muchas veces la
mano de los sacerdotes –costumbre hoy en desuso y muchos lo seguimos haciendo
con los obispos. Un beso que ha quedado en la celebración litúrgica, por su
particular significado, es el beso de los pies en el lavatorio del Jueves
Santo.
Aclaramos que en aquellos lugares en los que besar
no se considere una forma de reverencia se sustituirá este gesto por otro de
reverencia de la cultura propia.
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