El Papa, como era de esperar, no fue elegido durante la primera de las votaciones
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
El humo de la chimenea de la Capilla Sixtina después de la primera votación del Cónclave fue de color negro. Un resultado bastante normal, dado que en un Cónclave relámpago como el que eligió a Benedicto XVI hubo cuatro escrutinios.
A las 16.30, los 115 cardenales electores entraron a la Capilla Sixtina cantando el “Veni Creator Spiritus”; después juraron sobre el Evangelio que guardarían el secreto sobre todo lo que sucede dentro del Cónclave y se comprometieron a llevar a cabo fielmente su tarea de pastor de la Iglesia universal, defendiendo incansablemente los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.
“Extra omnes”; con estas palabras el Maestro de ceremonias Pontificias, monseñor Guido Marini, hizo que salieran de la Sixtina todas las personas que habían asistido al rito. Los cardenales finalmente solos esucharon la meditación que dirigió uno de ellos que no participa en las elecciones, el maltés Prosper Grech. Después votaron por primera vez.
Este primer escrutinio fue para ver cuáles fueron verdaderamente los candidatos que tiene posibilidades, después de días de especulaciones y de previsiones mediáticas. El cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, debería obtener un buen número de votos, seguido por el canadiense Marc Ouellet, el brasileño Odilo Pedro Scherer, el argentino Jorge Mario Bergoglio y el cardenal Malcom Ranjith.
Mañana volverán a empezar las votaciones y habrá cuatro escrutinios cada día. Es probable que el candidato más fuerte sea uno de los que son favoritos desde el principio. El jueves, en cambio, podrían entrar en juego los “outsiders”.
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