Ha llegado el verano, la época de
descanso, lo que quiere decir, un tiempo, un mes, o unos dias, para reponer
fuerzas, descubrir horizontes, revisar planos y adivinar nuevas rutas. Todo
eso, sin dejar de caminar. Acaso en nuestra agenda personal, sea bueno colocar
unos puntos para estos meses veraniegos, algo así como un
"decálogo"que nos haga vivir más plenamente, con gozo y alegría.
1. Considera cada amanecer un momento maravilloso para ofrecer nuestra vida a Dios, para escuchar su Palabra, para cumplir su voluntad.
2. Planifica cada jornada, con tiempo para todo: para el trabajo, para el estudio, para la lectura, para la oración, para el descanso.
3. Visita a Jesús en el Sagrario, haz allí un buen rato de oración, fuente de infinidad de bienes para nosotros.
4. Dedica tiempo a la lectura: haz una lista de buenos libros que te informen, te formen, te enriquezcan culturalmente y te inflamen el espíritu.
5. Entrégate a la familia: conocerse más, dialogar mejor, estrechar los lazos del amor y de la unidad.
6. Repasa tu vida: para ello, lo mejor es un curso de retiro, unos dias de silencio y reflexión.
7. Haz nuevos planes para el futuro: ¿qué nos sobra? ¿qué nos falta? ¿qué necesitamos? ¿qué caminos nuevos se me ofrecen?
8. Procura hacer apostolado: Hace unos dias, el Papa Benedicto XVI nos decía a todos: "Exhorto a todos los fieles a ser como fermento en el mundo, mostrándose cristianos presentes, emprendedores y coherentes". El apóstol es un enviado, un comunicador, un sembrador, un testigo.
9. Cultiva tus aficiones: viajes, excursiones, música, pintura, visitas... El mundo está hoy a nuestro alcance y hemos de saborear sus posibilidades de bien.
10. Sé feliz en todo momento, sabiendo que la felicidad tiene siempre una clave: la fidelidad. Siempre fieles, siempre alegres. Fidelidad a nuestra vocación, a nuestra misión en la vida, a deberes y obligaciones, a llamadas divinas y humanas.
Precioso "decálogo" para vivir este ardiente verano, en el que la crisis nos envuelve y nos incendia, pero también, puede hacernos reflexionar a fondo sobre nuestros pasos y nuestro caminar. El verano nos trae descanso. Y ha de traernos tambien un tiempo de silencio interior, no tanto para escudriñar la conciencia, que tambien, cuanto para descubrir hermosos horizontes, a ser posible, de grandeza.
1. Considera cada amanecer un momento maravilloso para ofrecer nuestra vida a Dios, para escuchar su Palabra, para cumplir su voluntad.
2. Planifica cada jornada, con tiempo para todo: para el trabajo, para el estudio, para la lectura, para la oración, para el descanso.
3. Visita a Jesús en el Sagrario, haz allí un buen rato de oración, fuente de infinidad de bienes para nosotros.
4. Dedica tiempo a la lectura: haz una lista de buenos libros que te informen, te formen, te enriquezcan culturalmente y te inflamen el espíritu.
5. Entrégate a la familia: conocerse más, dialogar mejor, estrechar los lazos del amor y de la unidad.
6. Repasa tu vida: para ello, lo mejor es un curso de retiro, unos dias de silencio y reflexión.
7. Haz nuevos planes para el futuro: ¿qué nos sobra? ¿qué nos falta? ¿qué necesitamos? ¿qué caminos nuevos se me ofrecen?
8. Procura hacer apostolado: Hace unos dias, el Papa Benedicto XVI nos decía a todos: "Exhorto a todos los fieles a ser como fermento en el mundo, mostrándose cristianos presentes, emprendedores y coherentes". El apóstol es un enviado, un comunicador, un sembrador, un testigo.
9. Cultiva tus aficiones: viajes, excursiones, música, pintura, visitas... El mundo está hoy a nuestro alcance y hemos de saborear sus posibilidades de bien.
10. Sé feliz en todo momento, sabiendo que la felicidad tiene siempre una clave: la fidelidad. Siempre fieles, siempre alegres. Fidelidad a nuestra vocación, a nuestra misión en la vida, a deberes y obligaciones, a llamadas divinas y humanas.
Precioso "decálogo" para vivir este ardiente verano, en el que la crisis nos envuelve y nos incendia, pero también, puede hacernos reflexionar a fondo sobre nuestros pasos y nuestro caminar. El verano nos trae descanso. Y ha de traernos tambien un tiempo de silencio interior, no tanto para escudriñar la conciencia, que tambien, cuanto para descubrir hermosos horizontes, a ser posible, de grandeza.
Fuente: Religión en libertad.com |
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