CICLO C
II Domingo de Pascua
Domingo de la Divina Misericordia
11 de abril de 2010
Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (5, 12-16)
En aquellos días, los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.
El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritu malignos, y todos quedaban curados.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial: (salmo 117)
R/ Este es el día en que actuó el Señor,
Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno
Porque es eterna su misericordia.
// ¡Aleluya! //
Que lo diga la casa de Israel
Es eterna su misericordia.
Que lo diga la casa de Aarón,
Es eterna su misericordia.
Que lo digan los fieles del Señor,
Es eterna su misericordia. R/
Escuchad hay cantos de victoria
En las tiendas de los justos:
// “La diestra del Señor es poderosa,
es excelsa la diestra del Señor” // R/
La piedra que el cantero desechó
Es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho
Esto ha sido un milagro patente.
Yo no he de morir yo viviré
Para contar las hazañas del Señor. R/
Segunda Lectura
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan
(1, 9-11. 12-13.17-19)
Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, ví siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.
Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero El, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después.
Palabra de Dios.
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan (20, 19-31)
2 comentarios:
Me gustaria que pongan un pasaje de la biblia EXODO 20- 4 saludos
tambien JUAN 3:16
Publicar un comentario